Como sucede en casi todos los lugares del mundo, nadie es profeta en su tierra, y Gipuzkoa no iba a ser la excepción, por lo cual en nuestro querido entrenador, tenemos un claro ejemplo de ello. tengo que reconocer que desconozco muchisimo cual es la labor que se esta llevando en el vestuario por parte del entrenador, pero después de lo que ha caído a nivel institucional, y de todo índole en este club en los últimos 3 años, algo muy importante ha sabido transmitir el entrenador a sus jugadores, y eso se ascienda o no, hay que reconocerlo, y es mas, saber que es un valor y un activo que no se puede dejar en el olvido.
Ahora, muchos de los que ya casi no confiáramos en el ascenso, y me pongo como primera persona, después de aquellas tres dolorosas derrotas, y recordando aquel partido de Mendizorroza donde la tristeza y la desolación dejaron un recuerdo amargo, hoy tenemos un rayo de esperanza, no hemos hecho todavía nada, pero el trabajo del entrenador y su fe en lo que hace, han hecho transmitir a los jugadores y el entorno FE en lo que se hace, sin Abreu, ni Bravo, se goleó en Castellon, y Agirretxe se consuma como ese 9 que desde Satrustegi no tenemos en la cantera, un matador de cabeza, ahora esa fe la tenemos que saber llevar adelante, y morir animando a nuestro equipo, y sobre todo recordar que Juan Manuel Lillo, es héroe y villano a la vez, ojala también lo sea en primera.